El encubrimiento de los agresores sexuales públicos

Primer acto: el ex-director del FMI es acusado  y detenido por agresión sexual en 2011.

Segundo acto: A raíz de eso, sale a la luz otro caso de acoso sexual y un  intento de violación. Años después se le investiga por ser parte de una red de prostitución en Francia.

Tercer acto: las denuncias no proceden al instante, algunas son archivadas.
Sólo se establece arresto domiciliario por una temporada, renuncia a su cargo y candidatura. Se muda a Marruecos y continúa ejerciendo como consultor de gobiernos africanos.

¿Cómo se llamó la obra?

El caso DSK resume a la perfección, la cultura patriarcal a la que nos enfrentamos millones de mujeres cada día desde diferentes esferas.

Comencé escribiendo este texto basándome en el documental que se encuentra en Netflix, pero al darme cuenta que éste iba más allá de un ataque de carácter sexual y que desenredaba toda una serie de mentalidades globales, me sumergí en otros recursos que abarcaran las acusaciones contra Dominique Strauss-Kahn.
Es tanta la información que encontré, que me cuesta decidirme por dónde empezar. No obstante, creo que comenzaré con el desafortunado hecho que hizo que los ojos del mundo se pusieran en él: la agresión sexual contra Nafissatou Diallo.

No entraré en detalles sobre cómo y cuándo fue todo, para ello existen lugares con datos más precisos. Sin embargo, me gustaría abordarlo desde lo que pasa cada vez que una mujer denuncia a su agresor: la culpabilización de la víctima.
Por la posición de DSK, a Diallo se le acusó de estar en conspiración con Nicolás Sarkozy, su contrincante de la presidencia francesa. Entonces ¿una empleada de hotel que vive en Nueva York conspira con un político francés e inventa un caso de agresión sexual para evitar que DSK se vuelva presidente? Sí, claro.

No contentos con semejante telenovela, recurrieron a remover el pasado de la víctima.
Buscaron obtener información que justificara lo que le pasó, o que la hiciera ver incluso peor que el criminal. Se basaron en la forma en que Diallo consiguió emigrar a Estados Unidos y concluyeron en que su testimonio, contra DSK, no era válido. ¿Por qué no preguntarle de una vez qué tipo de música escuchaba a los cinco años? Digo, si estaban buscando información en un pasado que no tenía absolutamente nada que ver con la acusación contra DSK, podrían aprovechar para hacer la biografía completa de Diallo.


Al mismo tiempo, el acoso sexual en el trabajo, también alcanzó a DSK.
Mientras estaba detenido por el caso en Nueva York, salió a los medios que dentro del FMI hubo una acusación contra él por acoso sexual. Sin embargo, el organismo lo "absolvió" y sólo tuvo que pedir disculpas a su colega.

¿Pudo su alta posición silenciar la voz de quien sufrió el acoso? Creo que ya sabemos la respuesta.

Poco después, Tristane Banon anunció a los medios que DSK trató de abusar sexualmente de ella en 2003, y es aquí donde se ejemplifica claramente, que la empatía pública no está del lado de la víctima.
En lugar de que la atención  se centrara en todas las acusaciones contra DSK; las únicas preguntas que hicieron eco, en su mayoría, fueron: ¿Por qué habla hasta ahora? ¿Por qué no denunció antes?

Qué curioso que sigamos escuchando esto, aún cuando nos separan 10 años de diferencia.

Bueno, ¿y entonces qué siguió con DSK?

Diallo, empleada del FMI, Banon... Uno pensaría que con los testimonios de ellas, ya era más que suficiente para que se demostrara su naturaleza. Sin embargo, la empleada del FMI permaneció en la invisibilidad, la denuncia de Banon no procedió por el tiempo que había pasado y Diallo recibió una compensación económica de un millón de dólares un año después. 


Una vez más, el poder monetario de DSK cubrió sus agresiones sexuales.

Pero, cuando se creyó que ya no podía haber más "escándalos" en su vida, se le acusó de proxenetismo en Francia. Aparecieron mensajes de texto que corroboraban su participación y se le preveían diez años de prisión. 

No obstante, de nuevo, se libró de la condena.

Entonces, es aquí donde me pregunto: ¿Qué hace falta para que se pueda condenar a alguien con tan tremendo historial?

¿Por qué si se sabe de sus actos, de lo que es capaz de hacer, nadie hace nada?

¿Cuándo se le dejará de denominar como seductor a un abusador, a un violador?

Este es uno de los textos que más me ha costado escribir porque implica una injusticia global que ha trascendido por generaciones. No importa en qué país estemos, no importa el cargo que tengamos o el tipo de agresión que suframos; seguimos viviendo en una sociedad consumista de mujeres y los casos como éste, nos hacen ver que aún falta MUCHO para cambiar esta realidad. 

No expreso esto en tono de derrota, al contrario, creo que sí se puede modificar la cárcel intangible que nos aprisiona como mujeres, pero soy consciente de la crudeza de lo que va a implicar modificar todo este sistema patriarcal.



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